La Pregunta

Me habían echo esa pregunta muchas veces. Yo siempre la contestaba sin reparos, solo la verdad. La otra noche me volvieron a hacer esa pregunta. Y la contesté.

Pero lo que salió de mi boca no fué la respuesta de siempre. Fué diferente. Con toda la naturalidad del mundo contesté justo lo contrario a lo que había respondido siempre. Pero antes de que pudiera sorprenderme, empecé a desarrollar los porqué's de mi respuesta.

¿Que había pasado? Entonces pensé que me habría estado autoengañando; debía ser eso.
Pero luego me dí cuenta de que, en realidad, en ese preciso momento, justo cuando iba a responder, comprendrí lo equivocado que había estado y dije lo que pensaba debajo de todas las excusas posibles y autoengaños. Una sinceridad absoluta que muchas veces me he negado a mi mismo.
Juraría que esa misma persona ya me había echo la misma pregunta hace tiempo, por tanto mi contestación debió desconcertar en primer lugar.

La respuesta no tardó en tener repercusiones. Me entendió, lo comprendió perfectamente, casi demasiado... Yo también lo comprendí. Ahora sabía la verdadera razón.

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